El otoño no es una de las estaciones que me enamore pero acá está. Ya no se puede hacer nada y que mejor que aceptarlo y buscar las ventajas. En vez del verano tórrido tardes muy ventosas y frescas. Mañanas también muy frescas. Y esa dulzura (se parece en eso a la primavera) que de alguna manera convence. Lindo para ir a correr por la plaza o caminar si tu onda no es ir de prisa. O para matear y conversar con el marido o amigas. Lindo para dejarse acariciar por ese sol precioso y que todavía colorea las pieles y calienta el alma.
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