martes, 24 de mayo de 2011
Llueve
Llueve.Bastante. Vísperas de 25 de mayo. Recuerdo que siempre para esta fecha o llueve o hace un frío de aquellos. No me gusta la lluvia.Me da mucha tristeza.Una melancolía insoportable.Pero reconozco que a veces en verano uno agradece un poquito de agua fresca para aliviar las altas temperaturas. A algunos poetas los moviliza the rain.Veamos
A mi amado Federico (Federico García Lorca)le da por decir
LLUVIA
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
Y que me dicen de esta magnífica poesía de Olga Orozco
Rapsodia En La Lluvia
Ahora
desde tu ahora estarás viendo
bajo esta misma lluvia las lluvias del diluvio
y aquellas que lavaron las rosas avegonzadas de Caldea
o las que se escurrieron desde el altar del druida hasta el cadalso
y fueron a susurrar sobre una tumba hostil en la espinosa Patagonia,
y también las azules, las prodigiosas narradoras,
las que te prometían un milagro cuando aún eras visible.
¡Qué inventario de lluvias en los archivos embalsamados de la Historia!
Mas ¿qué importan las lluvias?
Sería igual que vieras dinastías de ocasos, medallas o fogatas.
Sólo quiero decir que eres testigo desde todas partes,
huésped del tiempo frente al repertorio de la memoria y del oráculo,
y que cada lugar es un lugar de encuentro como el final de una alameda.
Pero estos pasos tuyos, vacilantes, bajo los pies menudos de la lluvia
me conmueven aún más que tus lamentaciones en el interminable corredor
o tu viejo mensaje para hoy, hallado entre dos libros.
Apostaría estas palabras rotas a cambio de tu nombre tembloroso en los vidrios,
toda la sal del mundo apostaría
a que vienes a combatir por mí contra los legionarios de las sombras,
o que tratas de hallar el moscardón azul que zumba con la muerte,
o que pagas un altísimo precio por abrazar los narcisos y las amapolas
-la vibración más íntima de cualquier estación-,
siempre bordeando los despeñaderos y hasta el confín del mundo,
siempre a punto de caer en la hoguera,
sin remisión y sin aliento.
Y sin embargo has visto el miserable revés de cada trama,
conoces como nadie la urdimbre del error con que fue tapizada mi orgullosa,
mi mezquina morada.
Querrías escamotear la inocultable imperfección con el brillo de un tajo,
dar vuelta mis pisadas encaminándolas hacia el aplauso y el acierto,
corregir el alcance de mis ojos, el temple de mi especie.
¿No te oigo girar y girar entre las ráfagas del agua lavando cada culpa?
¿Y no intentas acaso revelarme con tu melodía los cielos que ya sabes?
Conseguirás de nuevo doblegar esta noche hasta el amanecer
insistiendo en quedarte, como antes en escurrirte más allá de los muros,
acá, donde sólo compartimos la efímera ganancia y la infinita pérdida,
vueltos sobre el costado que nos oculta la visión,
aunque caiga la lluvia.
Y este es mi poesía sobre la lluvia.Espero les guste
Aquí lluvia
Aquí lluvia
mayo crucial
siluetas en el barro
pienso en el pueblo
extraño la vieja casa
la abuela
las calles de una perdida
ciudad cordobesa
hay sitios que los visita la lluvia
siempre
me perturba el silencio
me parece un alarido infinito
Cuesta aceptar las partidas
ríos de lágrimas he llorado
tanto los he amado
por eso me hundo
en esta noche apocalíptica
por eso uso lentes para lluvia
Rídicula
anticuada
demodee
mi alma desconsolada
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