domingo, 6 de septiembre de 2020

Gretchen







Su fragilidad y su fortaleza. Ambas lleva consigo. Ahí están. Sopesando el clima de la acera, ahora desierta. Nunca más despojada y vacía.


Los quejidos del mundo de repente se han silenciado. Y ella se escucha los pasos. Y un alarido indigesto, un murmullo breve, el vuelo de un diente de león sobre la ciudad.

Se incorpora a pesar de sus años. Y es enorme. Y está viva para tantas cosas. Porque la memoria es un subsuelo de otras vidas que no se van , que están ahí. Y que no se decide a abandonar. A los que les presta atención de vez en cuando. Hay que acallar lo interior para que no se vuelva una frontera.

Va hacia el mercado o hacia la casa. Las calles reflejan la decadencia mugrosa de años y años de peste y guerra. Lo fantasmal no la inquieta. Cuando se viven tantas auroras que es eso de temblar ante una luz mínima, ante un crepitar del vacío en todas partes. De oler la muerte en cada esquina y no detenerse nunca.

Porque la Vida es estar lista para andar y hacer. Y lo demás es una canción romántica en una radio que suena en algún largo y oscuro pasillo que ya no recuerda.

La soledad de una calle decrépita que puede hacer con una dama sin miedo y sin tiempo.


Mónica Pedraza

ph: Stéphane Duroy

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