viernes, 7 de enero de 2022

Terminando la semana


Mi amiga está un poco mejor me dice otra amiga que viajó al Sur a verla. Un poquito de esperanza. Dos días llorando, hecha percha. Recién hoy me recupero. No lloro nunca porque cuando lloro soy una catarata. Mi amiga lo merece. Cada una de mis lágrimas.

Se avecina una ola de calor histórica, hay que fugarse de la Capital. Según se estima nos convertiremos en la zona más caliente en el mundo la semana que viene.

Aprovecho para descansar mi cabeza, necesito montañas, viento, muchos bosques que me curan, muchos caminos,  ríos helados, altro que.

Me espera un año intenso, lo sé. Con muchos cambios. Muchísimos. Por lo que es necesario el descanso sí o sí. 

Vamos a darle a las cervecitas artesanales, a charlas con viajeros, alpinistas, caminantes, viajeros. En el Sur la temperatura se ve consultando el clima mucho más fresca. A la noche ni te cuento tendremos que hacer hogueras para no congelarnos. A llevar frazadas.

El tema son mis plantitas que ya son una selva. Las desgraciadas me vampirizan. Están más altas que yo. Ya son árboles. Se nota que son queridas.  A ver a quien dejo a cargo de ellas. Generalmente las dejaba a cargo del muchacho que está a cargo del edificio pero está de vacaciones. Así que veré porque no se las dejo a nadie así nomás. Algunas soluciones tengo para contemplar. Por estas plantitas es que todavía no salí de vacaciones. Que no se diga que no soy una buena madre. 



 







 



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