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jueves, 25 de marzo de 2010

Film "El arbol de los zuecos"

Ermanno Olmi es de aquellos directores que subyuga a la audiencia. En este blog ya escribí sobre una de sus pelis "El oficio de las armas". Y hoy quiero hablar de "El árbol de los zuecos" ( título italiano "L álbero degli zoccoli")obra magistral de su autoría. La campiña italiana,especificamente la Lombardía, un elogio a la vida rural. Un mundo en silencio, un mundo religioso, el paso de las estaciones (tan importantes para el campo y sus cosechas). Estrenada en 1978. Si bien el entorno es idílico lo que se narra no: La dura vida de una comunidad de campesinos, a finales del siglo pasado. Trabajaban las tierras pero todos sus bienes pertenecían al amo, que además se quedaba con dos tercios de la cosecha. En esta situación, cualquier acontecimiento se convertía en una gran fiesta: bodas, nacimientos y fiestas patronales, eran su única posibilidad de diversión, hasta que el amo puso fin a todo esto.El título de la película deviene de que a uno de los niños campesinos se le rompe uno de sus zuecos de camino a casa; su padre deberá buscar, en los alrededores, el tronco de un árbol para fabricarle otro par de zuecos, lo que le trae problemas con el capataz.El amor del padre puede más que su trabajo como servidor.El padre quiere que el hijo continúe estudiando por eso fabrica esos zuecos de madera. La influencia del neorrealismo italiano es innegable (pienso en La terra trema de Visconti). Pero también acudo a la memoria y me acuerdo de "Novecento" de Bertolucci por ej. O las películas de los hermanos Taviani.Las estaciones se suceden y también la vida de la pobre gente. Nacimientos, vidas, casamientos, despidos, adopciones ... Hay que verla para reconocer la mano genial de este director con mayúsculas. Actores no profesionales están a cargo de las actuaciones y todo el film es una poética de lo simple y cotidiano. El film recibió la Palma de Oro en Cannes y el Premio César a la Mejor película Extranjera. Ermanno Olmi, director que comulga con lo religioso de veras, con el ensalzamiento de los más humildes tal cual lo pedía Cristo y que dice enfrentarse con el propio pasado y encontrar, de nuevo, respuestas en el presente. Para él: las únicas posibles, las de la tierra.