Marguerite Yourcenar
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martes, 19 de noviembre de 2024
Lo mejor para ..., Marguerite Yourcenar
jueves, 16 de julio de 2020
Mínima alma mía..., Marguerite Yourcenar
«Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver… Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…».
Marguerite Yorcenar " Memorias de Adriano "
(Templo iluminado del emperador Adriano , Piazza di Pietra, Italia)
sábado, 5 de mayo de 2018
Cuerpo, compañero..., Marguerite Yourcenar
miércoles, 12 de julio de 2017
La palabra escrita... Marguerite Yourcenar
miércoles, 12 de abril de 2017
Voy a morir...Marguerite Yourcenar
"Voy a morir —profirió trabajosamente—. No me quejo de una suerte que comparto con las flores, con los insectos y con los astros. En un universo en donde todo pasa como un sueño, sentiría remordimientos de durar para siempre. No me quejo de que las cosas, los seres, los corazones sean perecederos, puesto que parte de su belleza se compone de esta desventura.
Lo que me aflige es que sean únicos. Otras mujeres florecerán, igual de sonrientes que aquellas que yo amé, mas su sonrisa será diferente, y el lunar que me apasiona se habrá desplazado en su mejilla de ámbar la distancia de un átomo. Otros corazones se romperán bajo el peso de un insoportable amor, mas sus lágrimas no serán nuestras lágrimas".
Marguerite Yourcenar
domingo, 12 de junio de 2016
Carta de Adriano a Marco (Marco Aurelio)
Adriano, el emperador le escribe a Marco Aurelio su hijo adoptivo, su heredero.
Querido Marco:
...El juego misterioso que va del amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo bastante hermoso como para consagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan, puesto que la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito. La extraña frasecita de Posidonio sobre el frote de dos parcelas de carne -que te he visto copiar en tu cuaderno escolar como un niño aplicado- no define el fenómeno del amor, así como la cuerda rozada por el dedo no explica el milagro infinito de los sonidos. Esa frase no insulta a la voluptuosidad sino a la carne misma, ese instrumento de músculos, sangre y epidermis, esa nube roja cuyo relámpago es el alma.
Reconozco que la razón se confunde frente al prodigio del amor, frente a esa extraña obsesión por la cual la carne, que tan poco nos preocupa cuando compone nuestro propio cuerpo, y que sólo nos mueve a lavarla, a alimentarla y, llegado el caso, a evitar que sufra, puede llegar a inspirarnos un deseo tan apasionado de caricias, simplemente porque está animada por una individualidad diferente a la nuestra (...). Aquí la lógica humana se queda corta, como en las revelaciones de los misterios. Y no se ha engañado la tradición popular que siempre vio en el amor una forma de iniciación, uno de los puntos de contacto de lo secreto y lo sagrado. (...) Al igual que la danza de las ménades o el delirio de los coribantes, nuestro amor nos arrastra a un universo diferente, donde en otros momentos nos está vedado penetrar, y donde cesamos de orientarnos tan pronto el ardor se apaga o el goce se disuelve. Clavado en el cuerpo querido como un crucificado a su cruz, he aprendido algunos secretos de la vida que se embotan ya en mi recuerdo, sometido a la misma ley que quiere que el convaleciente, una vez curado, cese de reconocerse en las misteriosas verdades de su mal, que el prisionero liberado olvide la tortura, o el vencedor ya sobrio la gloria.
He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa, pero también más especializada, de ese acercamiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo. Aun en los encuentros menos sensuales, la emoción nace o se alcanza por el contacto: la mano un tanto repugnante de esa vieja que me presenta un petitorio, la frente húmeda de mi padre agonizante, la llaga de un herido que curamos (...)
En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de un cuerpo se llena para nosotros de tantas significaciones trastornadoras como los rasgos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensable que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu...
Marguerite Yourcenar , de "Memorias de Adriano".
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