Trizas
No queda mucho, apenas
romper el último poema, éste
cadáver de caimán lleno de humo
a las cuatro de la mañana no revive, hay
que dejarlo caer en pedacitos
en el baño, tirón de cadena y de gatillo
que se lo trague
el vientre podrido de la tierra
que escriban esta vez las cloacas
su fétido poema.
Pero no es fácil
andar trizándose los dedos
en púas, relámpagos y versos.
Lo sé desde mi asombro infinito
desde mi dolor ancestral
no se puede rasgar dos veces
la misma cuerda al rojo vivo
acallar el mismo convulsionado latido
seamos sinceros, poetas, es falso
que nos rompamos desde adentro
que en medio de la noche
rasguemos pap[i]eles dolorosos.
Alfonso Gumucio-Dagrón