" La selva apaga su intenso color verde. El tucán clausura el brillo de sus plumas. Las pupilas del caotí dejan de reflejar la inocencia de los frutos. La infatigable hormiga suspende el traslado del mundo hasta su cónica morada. El yacaré decide abrir los ojos para que las sombras le muestren aquello que evitó ver durante el día. El curso del río se torna apacible, ingenuo de su terrible grandeza. Ese hombre dispone sobre la playa sus amuletos protectores, las piedras verdes y azules que mantendrán al río en su lugar, ese hombre es mi hermano, y con él miro a la luna que a ratos se muestra entre las nubes bañando de plata las copas de los árboles. Le escucho musitar: Todo es como debe ser. La noche aprieta la pulpa de los frutos, despierta el deseo de los insectos, calma la inquietud de las aves, refresca la piel de los reptiles, ordena danzar a las luciérnagas. Sí. Todo es como debe ser. "
Luis Sepúlveda, escritor chileno