Quisiera reivindicar un mundo lleno de cojos, ciegos, sordos, deformes e informes. Un mundo que no los nombre jamás de esa manera. Un mundo que prescinda de todo héroe banal y carezca de víctimas de carne y hueso. Un mundo de cuerpos posibles, no de diseños industriales. Un mundo tal como es el mundo: incompleto, errático, desatento. Un mundo cuya hermosura sea siempre despareja.
Carlos Iskliar