La Turca
(Memorias de una mujer intensa)
Respiré un aire parecido
a quien sumerge sus venas heridas en la bañera
y luego se toma el vaso del whisky
sin pena alguna.
Y me convencí que no era para mí
el luto
que como morena me sentaba bien el blanco,
y el turquesa y el verde
Y ni te digo el rojo.
Y lo que no tenía remedio
había que afrontarlo
de una y para siempre,
y aunque no me gustaba
bailar con la lluvia,
me hice amante de sus gotas
y de su tristeza.
Ahora me cuelgan las rabietas
por terca
con el Infierno
pero es demodée
irse quejando por la vida
Y yo sólo quiero
fumarme un cigarrillo
en esta habitación
y pensar que
vivir en Arévalo
fue hermoso
terrible y frágil.
Mónica Pedraza