“Todas las culturas y pueblos de la Antigüedad han venerado un árbol determinado. Así, por ejemplo, para los celtas, la encina era sagrada y sus bellotas se comían ritualmente. Los escandinavos veían su árbol mágico en el fresno; los pueblos germanos veneraban el tilo; en la India reverenciaban la higuera; los hebreos y los árabes, la palmera, y para los chinos su inmenso país tenía tres amigos predilectos: el bambú, el ciruelo y el pino. (…) Por su capacidad para unir los tres mundos o niveles: el subterráneo, el terrestre y el celeste, el árbol se constituye también como eje, axis mundi, razón por la cual los indios norteamericanos de las llanuras, al confeccionar sus viviendas o tipis, erguían en el centro un tronco de abedul o de abeto como pilar cósmico en torno al cual giraban, por encima, las estrellas y, por debajo, los rituales de los seres humanos.”
Mario Satz de “Pequeños paraísos. El espíritu de los jardines”
By Las Microfisuras blog
ILustración: Druidas junto a una encina