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viernes, 1 de abril de 2016

Tres poetas italianos: Pavese, Montale, Quasimodo








Hoy elegí tres poetas italianos para encantar un poquito este viernes de comienzos de abril, tres poetas italianos de un gran talento y bello decir: Cesare Pavese, Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo.

a) Creación



Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.
Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora.
Mis compañeros duermen todos. La clara jornada
se me revela más limpia que los rostros aletargados.

A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo
o a gozar la mañana. No somos distintos,
idéntica claridad respiramos los dos
y fumamos tranquilos para engañar el hambre.
También el cuerpo del viejo debería ser sano
y vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo.

Esta mañana la vida se desliza por el agua
y el sol: alrededor está el fulgor del agua
siempre joven; los cuerpos de todos quedarán al
descubierto.
Estarán el sol radiante y la rudeza del mar abierto
y la tosca fatiga que debilita bajo el sol,
y la inmovilidad. Estará la compañera
-un secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su
voz.
No hay voz que quiebre el silencio del agua
bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca
bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas.
Estremece sentir la mañana que vibre,
virgen, como si nadie estuviese despierto.

Versión de Carles José i Solsora

Cesare Pavese


2)Felicidad lograda

Felicidad lograda, caminamos
por ti sobre un filo de espada.
Para los ojos eres resplandor que vacila;
para el pie, tenso hierro que se raja;
que no te toque, pues, quien más te ama.

Si llegas a las almas invadidas
de tristeza, iluminándolas, tu mañana
es dulce y turbadora como nidos en las molduras.
Mas nada paga el llanto de ese niño
cuyo globo se escapa entre las casas


Eugenio Montale


3) Elegía

Gélida mensajera de la noche,
has regresado limpia a los balcones
de las casas destruidas e iluminas
tumbas ignotas, desolados restos
de la tierra humeante, aquí reposa
nuestro sueño. Y te vuelves solitaria
hacia el norte, donde todo corre
sin luz hacia la muerte, y tú resistes


Salvatore Quasimodo