"El sentido que damos a nuestra existencia, a nuestras amistades, a nuestra manera de pensar. Yo digo: ni el mundo, ni la vida tienen otro sentido más que el que les damos. Y es también el sentido que proviene de que, al mirar las cosas intentando distanciarse de ellas, tal vez se adquiere cierta forma de sabiduría personal que cada uno aplica donde quiere o donde puede.
Y esta sabiduría arroja sobre la religión una mirada que tiende a vincularse con la de Spinoza: uno mira, observa, busca, se pregunta por qué eso es como es y qué quiere decir.
En una sociedad como la nuestra, hecha de exhibición y de indiferencia, cada uno pretende conducir su barca según lo entiende. Pero el sentimiento de la deuda permanece, sin embargo, en gran número de gente, bajo formas variadas. Con razón, Germaine Tillion decía recientemente en una emisión televisiva que cuando alguien golpea a la puerta, hay quienes abren y quienes no. El que abre es el que se sabe en deuda. Ya los griegos decían que era preciso abrir cuando alguien golpeaba la puerta, porque, ¿cómo saber si el viejo mendigo que en ese momento ensuciaba tu jardín no era en realidad un dios que nos visitaba para ver si nos sentíamos en deuda?".
Jean-Pierre Vernant, Entre mito y política