La decadencia
El Tiempo descascara los empapelados. Todo luce viejo y añejo. Como empolvado, sucio. ¿¿ Es la mortaja la muerte o el paso del Tiempo ??. Queremos gozar de la vida con intensidad y con furia. La intensidad, el vértigo conducen nuestros locos años y luego te empiezas a dar cuenta de la herrumbre de las llaves del castillo, de la cerradura, de las puertas hinchadas y a punto de partirse. De los techos que se rajan, se fragmentan y amenazan todos los días nuestra existencia. Que se cae que no que se triza que no.
Las personas que quieres se vuelven mayores, muy mayores. plenos de canas y achaques. Y no quieres eso para tu vida. ¿ No es que existir iba a ser hermoso ?. Lo que no te dijeron era que la existencia era una mujer casposa, curtida de tantos soles y decrépita.
Y recorres las manchas, las pecas en todas las paredes. Las acaricias así le quitas los años. Pero no desaparecen. No lo harán. Porque lo más resistente es la acumulación de tiempo no la volatilidad de un instante perfecto pero que fue ayer. Ayer cuando tenías 12 años o cuando tenías 23. Miras la habitación de tus padres y ya no están, tu tía Abuela ya está senil y tienes un par de lebreles uno más viejo que el otro que te hacen compañía. Que te miran suplicantes que no te vayas que no los dejes. Ellos son parte del castillo como los hierros, los vitraux, los largos pasillos silenciosos donde arrastras el cansancio.
Ese cansancio infernal como si fueras un Nosferatu antediluviano y entonces te derrumbas en unas sillas y suspiras. Y sabes que le perteneces a esa propiedad casi en extinción porque fue ahí donde fuiste muy feliz, y todas las arañas estaban encendidas perpetuamente y tus amigos bailaban y bebían a más no poder en esas largas y altas estancias. Y que esas paredes ahora asquerosas fueron testigo también de esos años hermosos, de las risas y el sol que entraba como ráfaga cuando apenas corrían los pesados cortinados.
Entiendes que ahora el sol es menos hiriente y hermoso pero que te sigue revitalizando, acogiéndote dulce como un hermoso señor que viene con flores, a tocar la puerta todos los días.Que viene a buscarnos.El caballero es insistente y enamorado.
Y queremos decirle no mejor gritarle que estamos vivos y enteros aunque las escaleras crujan y la humedad empiece a tirar abajo alguna que otra pared.
La decadencia no es el Tiempo es dejar que el paso del Tiempo lo descascare, lo quiebre, lo raje,lo fragmente, lo pulverice a uno como persona. Que mientras hay latido hay siempre una oportunidad para correr a la barranca a ver correr el río , quitarse los zapatos y volver a SENTIR el fluir intenso de todo lo viviente.
Mónica Pedraza