Inmenso país devorado por los desiertos. Piedra arena sed espejismo calor. Traficantes esclavos beduinos. La locura tan cercana el sol amasijando todo ser vivo. Y una flor solitaria. Ahí en el desorden mismo, en la morada del viento. Resistiendo. Porque sí. Porque la vida es desobediencia y permanencia.Bonita frágil como toda flor que se precie de ser flor y no otra cosa. Alejada de los flashes, del vacío inútil de las grandes urbes. Vanidosa como la rosa de El Principito. Pero única en los parajes perdidos de la civilización.Expresando con su libertad y su osadía que la vida también es belleza y misterio.
