Se le hace tarde siempre. Tiene reloj pero lo usa de adorno.Silvia llega después de hora siempre. Tanto, tantísimo que a Elias lo tiene harto esa costumbre.Costumbre que le quiso sacar cuando se conocieron hace veinte mil años pero fue imposible.Le colocó alarmas, relojes aquí y allá , insufrible.
Los anhelos de Silvia son comer, masticar, etapa oral. Tipo dinosaurio que hubiera venido de la era glacial con hambre atrasada. Devora lo que encuentra a su paso. Y es flaca pero se come todo.
El deseo pasa por la comida, se compensa de la vida. La Vida se sienta al lado a masticar con ella. Mina voraz, tragona.
Quizás su maña venga cuando vivía con su madre que la hambreaba, "lo justo y necesario" decía. Algunos fideos, frutas, algún pescado, nada de dulces, nada de pan...Agua en una botella, muy fría, en la heladera, algún yogurt y sidra.A su madre la volvía loca la sidra.De esa época es que odia las manzanas , le recuerdan a su madre, mezquina, fría, una congeladora.
A Elias en cambio lo vio como un postre, le caía la baba por Elias como si hubiera visto una torta Rogel o una gloriosa cupcake con mucha crema, mucho color y muchas grageas de colores. Hummmmmmmmmmm.
Y pone ristras de ajos en la cocina, por si vienen vampiros o murciélagos. Buenos Aires, la Capital está llena de murciélagos que se meten en los taparrollos, "guarda con los taparrollos" les dice a sus amigos.No pone ristras de ajos en la habitación porque Elias ya la amenazó mil veces con irse si lo hacía. Adora el ajo, hiede. A su alrededor no crece nada.
En general le da todo igual, le importa bien poco todo excepto Elias. A Silvia le encanta andar en bata por el departamento, la ropa en el placard se le cae encima pero ella anda de bata. Se produce para la oficina pero cuando llega tira todo en la habitación, zapatos, trajes y se desnuda y la bata encima , por fin , se siente libre, descalza. Si no fuera shockeante andaría todo el día desnuda por la casa.
Silvia dice que el cuerpo es luz, brilla. Si apagás toda iluminación artificial, alumbra.El cuerpo tiene hambre de otros cuerpos. No hay ninguna saciedad para ese hambre. Como el oxígeno. Sí, como el oxígeno.
Mónica Pedraza