A veces estamos mirando largamente una pared. Y no nos damos cuenta que la Vida es algo mucho más interesante, mucho más excitante que una pared que por hermosa que sea no deja de ser una pared.
Creemos que es el Destino, Dios, el hado, el fatum, la Fortuna, etc. lo que nos determina nos acecha pero sólo somos nosotros ciegos ante la Belleza de la posibilidad, inmersos en infiernos mentales que nos dejan balbuceantes cuando debemos besar con palabras.Deberíamos mojarnos más los pies con agua helada que viene de la montaña y decir que se puede, que somos más que ese conjunto de miedos que nos traspasa el pecho. Que la máxima cumbre a escalar no es una cima geográfica sino nuestra propia alma. Y que no nos puede ni el dinero, ni la distancia, ni el Tiempo, ni el esfuerzo físico, nada.
La mariposa está ahí, siempre estuvo. Y se llama fe, voluntad de dejar de mirar la pared, despertarse, ser permeables a la Vida, al Amor y a la Belleza.
Somos pequeños dioses jugando a ser niños o niños jugando a ser dioses pero no es tan simple de ver y aún más difícil asumir.
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