“…Usted me pregunta sí sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Ya que me permite darle un consejo. He de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia afuera, y precisamente esto es lo que ahora no debiera hacer. Nadie le puede aconsejar, ni ayudar. Nadie… No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo mas hondo de su alma. Y procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo esto: pregúntese en la hora más callada de su noche “¿Debo yo escribir?” vaya cavando y ahondando en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un “Si debo” firme y sencillo, entonces conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso…
Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraer riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza.
Adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde emana su vida. En su veneno hallara la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones.
Cargue con este destino, llévelo con su peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de afuera. Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente y hallarlo todo dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido.”
Rainer Maria Rilke