Robert Walser (1878-1956), suizo él como Friedrich Dürrenmatt o Jean Jacques Rousseau. Una figura de culto para quienes amamos la escritura y en mi caso, eterna flanneur, el gran caminante que era.
Si hablamos de Walser, hablamos del silencio,de la suma discreción, de la desaparición de la persona en búsqueda de exaltar la obra.Robert Walser se sentía más cómodo cuánto más su figura se dispersaba en las sombras, en la niebla misma del anonimato.
Obras: "Jakob von Guten ", "El paseo", " Los hermanos Tanner ", " El ayudante"," Los cuadernos de Fritz Kocher", etc.
Solitario, de largas caminatas, bebedor, aprendiz de sirviente, secretario, el escritor hace un culto del paseo, el que camina disfruta del paisaje, investiga, sueña y reflexiona. ¿ Qué pensaría Walser en esas caminatas que tanto amaba hacer ?.Amaba la Naturaleza y sí caminaba era porque lo motivaba el contacto con lo vivo, natural ,lo inspiraba, porque era saludable según sus palabras y bello, palabras a las que adhiero. Puedo sentir y entender en parte lo que sentía Walser porque soy una gran caminante. Y me conmueven sus fotos siempre atildado, siempre en compañía de su paraguas.
Sufría de delirios por lo que en su madurez fue internado en un hospital psiquiátrico (en Waldau). Su familia tenía problemas de demencia y él también no se quedó al margen de esa herencia familiar. Algunos especialistas hablan de Síndrome de Asperberger otros hacen hincapié en que alucinaba, sufría de depresión y otros que era esquizofrénico. Lo cierto es que era un hombre que sufría de falta de afecto a mi entender, que era inestable se mudaba constantemente de lugar en lugar y tenía serios problemas económicos. Y que en cierto modo cierta esperanza en la escritura como modo de vida lo fue decepcionando y volviéndolo agresivo ante el solo hecho de nombrarle su ser como escritor. En el asilo psiquiátrico (en Herisau) al principio de su internación (lo interna la hermana) se niega a escribir, no quiere. Luego escribe en cualquier papel, con letra ilegible, diminuta y en lápiz lo que se conoce como los "Microgramas" (526 manuscritos).
La obra de Walser habla de un hombre siempre en huída, de una sociedad que nivela a los individuos al O, a la despersonalización en pro de la institución. Por eso el aprendizaje de Jakob von Guten es el no aprendizaje, es contentarse con ser nada, ser aplanado por el Instituto Benjamenta. Como una especie de producto de fábrica el individuo es arrojado a la sociedad ya "lobotomizado" acaso, presto a servir y a desaparecer entre la multitud. " La felicidad del limbo es el secreto de las criaturas de Walser..." dice Giorgio Agamben.
Walser también habla del artista que no necesita demostrar su importancia porque todo es importante en este Universo, una hoja caída en el parque, la conversación entre vecinos cuando realiza algunas de sus paseos, el escritor se asoma a la vera de un Dios que vuelve en busca de lo pequeño, lo simple, lo modesto, lo atravesado por el más profundo silencio.
Si Robert Walser adopta el vagabundeo, el caminar como una manera del disfrute, como un arte poética personal dejemos manifestársele en algunas de su frases en que brillantemente exclama
" Sólo las alegrías inocentes son verdaderas".