"El rudo cine de acción halla su hogar natural en cuevas: los cines lóbregos y congestionados que parecen tiendas de tatuaje reformadas y que se ubican junto a las terminales de autobús en las grandes ciudades. Esos cines proyectan películas de acción en lo que, a primera vista, se diría una atmósfera angustiosa de desaseada transitoriedad, sus copias parecen haber criado moho silvestre, y sus bandas sonoras padecen de hipo. El espectador contempla dos o tres películas de acción y se marcha sintiéndose como un parásito expulsado de una esponja gigante ".
Manny Farber
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