1960
Sábado, 24 de diciembre. Come en casa Borges. Trae regalos; para mí, un libro sobre la filosofía de Spinoza. Le regalamos té y jabones.
Sábado, 31 de diciembre. Come en casa Borges. Brindamos con champagne. Después de comer, Borges y yo vamos a la ventana de la sala de Silvina, hasta que sean las doce. BORGES: «Esperamos algo que no sabemos bien en que consiste». Miro los árboles y los senderos de la plaza, la estatua de Alvear y pienso en la máquina del tiempo de Wells y en que todos somos unas máquinas del tiempo de vuelo de ave de corral. «Qué raro —comenta Borges— que en tantos años como viví no hubiera un momento en que yo haya estado más adelante en el futuro que ahora.»
Adolfo Bioy Casares
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