-Silvina, ¿cómo conociste a Bioy?
Silvina :-En realidad, yo me enamoré de Áyax, su perro. Era precioso. A mí no me gustaban mucho los perros, prefería los gatos. Pero Áyax, el perro de Bioy, sí me gustaba. No había otro como él. Después Bioy me ayudó a comprender a los perros. Y los amé. Los perros nos acompañaron toda la vida.
(de una entrevista a Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, revista Claudia, 1983)
Fuente: Adolfo Bioy Casares, Memorias, Buenos Aires, Tusquets, 1994
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