Madame Blood
La sed no se calma con más sed
es roca augusta
allá en la alta montaña
piedra encendida en el seno
del monte,
donde vagan los lobos...
Ella lleva un collar de rubíes,
tierra de secretos,
imágenes de un mundo que fue,
se quedó extasiada en la Nada,
y su hogar queda lejos
tan pero tan lejos.
Y no hay aliento, no hay respiración suficiente,
el odio podría derrumbar las certezas
largamente construidas
Pero ella prefiere ignorar el grito agorero
de los cuervos
sobre la torre,
sabe que su mano sangra
y su cuerpo está estático de decepciones,
que no mueve la quijada
de desesperanzas
el dolor es una cicatriz incurable.
La luz inicial del día es mortífera
y enceguecedora,
Ríos de lágrimas serán precisos,
por eso prefiere pasear por el páramo
y no mirar abajo,
elude un destino
para no VER.
Ya el atardecer cae sobre sus ropajes
y ella deja que el rocío la moje,
llega la noche y ahí está
amenazante, siniestra, cuasi viva cuasi muerta,
Sabe que si al fin desata la tormenta
que si abre las puertas del Infierno
no habrá más flores abiertas, ni Felicidad
a medias,
ni mentiras, ni tolerancia alguna
ni PIEDAD.
Mónica Pedraza
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