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miércoles, 20 de noviembre de 2019

La calle tiene vida propia










La calle tiene vida propia


Un errante animal
semidormido,
tarde de siesta, de calor,
El sonido de la ambulancia,
la señora que cruza mal,
las bocinas que le indican
que erró.
La nerviosidad de los conductores,
los colectivos zigzagueantes...

El hollín pegado de la ropa
de los limpiavidrios,
la calle tiene su vida propia.


Más allá los bolivianos
y sus verduras,
los perros al lado de la parrilla,
más perros en el barrio.


Quieren entrar a casa, quieren acompañarme,
son tan amables y lindos.
Son callejeros,
raza indescriptible.

La puta que va por las esquinas
con el pantalón blanco que le explota,
los porteros curiosos,
los pájaros,
los niños y sus niñeras,

Los buscavidas,
los que quieren resguardarse
y tomar aunque sea con la punta de sus dedos
alguna salvación,
un plato de comida,
un techo,
un vaso de agua, algún mueble...

La calle, el barrio tienen vida
y miles de tic tacs...


El tren, las sirenas,
los pakistaníes, los chinos,
algunos argentinos
cada vez somos menos.

Crecen los yuyos en algunos baldíos
arañan el cielo los rascacielos infinitos.

Lo infinito es el ciclo de la Vida
tan intensa en todo
hasta en su cotidianeidad.


Mónica Pedraza


(Fotografía de uno de los barrios de la Capital, Floresta)





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