Hay noches
que no ocurren nunca
y tú las buscas
moviendo la boca.
Después te imaginas sentada
en el lugar de los dioses.
Y no sabes decir
dónde está el sacrilegio:
si en el repudio
de la edad adulta
—que nada perdona—
o en el afán
de ser inmortal
para vivir infinitas
esperanzas de noches
que no ocurren nunca.
Alda Merini
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