Esta es una poesía del poeta Rolo Martínez, muy pero muy linda:
CARTA A UNA POETA HERMOSA
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Tu poesía surge de una boca incontinente como tu belleza. Allana el camino del numen. Conduce a una forma nueva de contemplación. Incendia los campos magnéticos con reflexiones existencialistas. Deja sin aire los pulmones del lector incauto, sublima los colores de la frágilidad, ejerce influencia notoria en la iconografía del placer, engendra una visión gélida y austera, el edén perdido de las palabras. Es misión del poeta interpelar el presente, partir del extrañamiento para arribar a lugares reconocibles, completamente enrarecido, volarse la cabeza con drogas psicodelicas. Tener ideas brillantes y oscuras como el ojo del culo de la chica más hermosa del mundo. Entrar en el terreno del delirio, de lo insólito, romper alambrados. Instalar en el discurso poético la decrepitud, la podredumbre. Los poetas, los artistas, deben hacer usufructo de la melancolía y la profundidad en pos de lo inasible, de lo que no se ve. En tu caso la sublimidad está por todas partes. Tu delicia es un calmante para mitigar todo dolor. Pero solo sé valorar dos cosas en tu ser: una es tu tremenda poesía, la otra es aun más obvia: tu perfección física desconcertante para una poeta tan profunda. Esas dos cualidades en yuxtaposición generan un milagro poco probable que enciende todas las naves de la imaginación y del deseo dejándolo a uno náufrago. Tu diálogo interno debe ser apabullante, tus palabras tocan, penetran. Pero tu cuerpo provoca ganas de acariciarlo. Es mucho. No es posible esconder el placer visual y el deseo inevitable. Lo que desconcierta y asusta es la voluptuosidad. Y es, a su vez, lo que cubre de melancolía y provoca esta incontinencia verbal. Tu gracia distrae. Tal vez sea tu karma. No lo sé. Soy apenas un varón sensible. No puedo ser impermeable a todo tu fuego. Me quemo con solo mirarte. Pero como te dije: me reconozco en tus palabras porque yo también tengo la poesía y sé el dolor que genera la belleza extrema. Es como una sed que nunca se termina de saciar. Un malentendido, un poder que corrompe, un arma de doble filo que nos lastima y lastima a la gente amada. No sé por qué te cuento mi tristeza con metáforas, hipérboles y sinestesias. No sé por qué el viento canta todas las canciones que no sé. No sé por qué tengo una ola rota | entera | guardada en cada frase que no digo. Y por mucho que lo intento, no sé como decir más colores que el negro. Pero sé que todos los poemas que te envío tienen un poco de tu lluvia.
∇ Rolo Martínez
© L E Ó N • F E R R A R I • Braile
Foto de Rolo Martinez.
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