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viernes, 24 de agosto de 2018

Petronio a Nerón













Petronio el autor de "Il Satyricon " le escribe esta carta a Nerón antes de suicidarse...Lo habían acusado de traidor.





"Bien sé, divino César, que me esperas con impaciencia, y que tu leal corazón de amigo fiel padece con mi ausencia. No ignoro que estás dispuesto a colmarme de honores, a nombrarme prefecto de la guardia pretoriana y a mandar a Tigelino que torne a ser lo que a los dioses les plugo que fuera: mulero, en las fincas que heredaste después de envenenar a Dominicio; pero, divino, tengo que excusarme…

“Por el Averno, y más particularmente por las sombras de tu madre, de tu esposa, de tu hermano y de Séneca, te juro que no puedo ir a verte.

“La vida es un tesoro y me vanaglorio de haber sacado de él los materiales con que he hecho, para disfrutarlas, las más preciadas joyas; pero también hay en la vida cosas que no tengo resignación para soportarlas más.

“No creas, te lo ruego, que me ha herido profundamente el que asesinaras a tu madre, a tu mujer y a tu hermano; que me he indignado porque incendiaras a Roma y enviaras al Erebo (Infierno) a todos los ciudadanos honrados de tu Imperio; no, amadísimo nieto de Cronos: la muerte es el fin natural de todos los seres y no era dable esperar de ti otras proezas.

“Pero tener que soportar por largos años tu canto que me destroza los oídos, ver tu barriga digna de Domicio, y tus flacas piernas dando grotescas volteretas en la pírrica danza; escuchar tu música, oírte declamar versos que no son tuyos, desdichado poetastro de suburbio, son cosas verdaderamente superiores a mis fuerzas y a mi paciencia, y han acabado por inspirarme el irresistible deseo de morir.

“Roma se tapa los oídos por no oírte, y el mundo se ríe de ti y te desprecia. En cuanto a mí, no puedo continuar avergonzándome de tu insignificancia, ni aunque pudiera lo querría. ¡No puedo más!

“Los ladridos de Cerbero serán para mí menos molestos que tu canto, aunque a él se parezcan; porque, al fin y al cabo, como nunca fui amigo de Cerbero, no tengo motivos para avergonzarme de sus ladridos.

“¡Salud, augusto, y no cantes; asesina, pero no hagas versos; envenena, pero no bailes; incendia, pero no toques la cítara!

“Estos son los deseos y el último consejo del

“Arbiter Elegantiorum”



Petronio





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