Nos hemos acodado en la barra del bar. Con unos tequilas y unos daiquiris. Vaya paradoja. Vaya que diferentes, trago de nenas los daiquiris y bebida de machotes o de minas fuertes , tequila. Decía que nos hemos acodados, nos hemos acomodamos en el bar.
La noche es hermosa y volátil. Hay viento mucho viento. Va a ser una larga noche digo. Asentís y escuchás más que mi voz a la música que pone la DJ. Música que me puede, es buenísima.
Y hablamos que cuando éramos chiquitos nos imaginábamos millonarios, que con nuestros trabajos nos íbamos a comprar la casa, auto y demás...Todo lo que hace la gente mediana, y a engordar y morir de viejos faltaba agregar. Pero no, tuvimos un país asesino. El país que liquida los sueños y de tanto en cuanto te da un respiro. Te da un respiro como si te diera la vida. Y es sólo una leve respiración, algo que flota en la garganta que no sabés si es vida o muerte. Como los que van a ahorcar y en un momento le aflojan la cuerda y cree que aún así puede salvarse y no. Pero es tan cierto que no.
Y la noche se esfuma entre cigarrillos y más cigarrillos. Y la charla extensa entre brillitos y madrugada. Entre la desolación de "comprender todo " y saber que del país nos queda un hermoso recuerdo, un montón de lágrimas acumuladas de tanta decepción y fe, fe y desesperanza, esperanza y dolor. Auge y caída.
Mónica Pedraza
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