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martes, 30 de abril de 2019

El Padre Dani











El Flaco Frías le trae el revolver. "Guardámelo Dani ", "La yuta me pisa los talones ", no alcanza a decirle nada porque el pibe sale huyendo como si lo persiguiera el mismo Demonio en persona. Se mete el arma en el bolsillo derecho de la sotana. Toma aire, mucho aire. Hay días en que tomar mucho aire es ponerle un poco de sensatez a tanto desvarío cotidiano.


Si lo vio crecer al Flaco y a tantos otros, gente del barrio. Barrio de los pobres, barrio de comedores populares atestados. Cómo no le va a guardar el revolver si le guardo 20 veces el cogollo y las bolsitas. El Flaco siempre estuvo metido en todo. Eso sí todas las semanas se pasaba por la iglesia a hablar, a rezar, a tomarse unos amargos con Dani. El Padre Daniel aunque en el barrio es Dani, el Padre Dani.


El Padre Dani que juega a la pelota con los pequeños. Es el mismo que de grande los aconseja, les pide, les ruega, se arrodilla. Llora cuando se va uno de los que vio crecer, cuando lo llevan a la cárcel o cuando lo matan por ahí. Como un sarnoso piensa, no como un hijo de Dios se dice. Todos somos sus hijos aunque no sepamos vivir como Él quisiera.


Ya sabe que el obispo lo va a regañar de nuevo y de nuevo pondrá cara de circunstancias y le dirá "Sí Señor " "Cómo no Señor " "Bendito sea su Señoría "...Y se tragará las ganas de mandarlo a pasear y de decirle en la cara Que son ellos los que ofenden a Dios, los que a manos llenas recogen la caridad, el dinero que viene de todas partes y que no reparten, no reparten.



Porque un obispo no entiende eso de los madrugones, de la gente de madrugada esperando el colectivo con el frío y la oscuridad sobre sus espaldas. Que no saben lo que es no llegar a fin de mes cuando es el día 12 de mes. Que no entienden que a Dios se lo honra en el hacer y en el dar. Y que dar es hermoso y es de naturaleza divina. Que cuando llega la noche Dani ve circular por el barrio, la tranza, las chicas con minis plateadas, los travas, los fiolos, los ladri...Que nadie puede entender la realidad parado desde el púlpito sino en la calle, abrazando a madres que han perdido a sus hijos o esposos a merced de la droga. Que quién es el que se anima a señalar a alguien de todos esos desposeídos como que no pertenecen a la Iglesia.Que quién puede arrojar la primera piedra sobre esta congregación y no sentirse a la vez un traidor.


No le preocupa la cana, ni el Obispo, le late el pecho como siempre por los jóvenes que vio crecer y que ahora ve perderse. Como el Flaco Frías sí el Flaco Frías. Y no puede entender eso , luego de 19 años en el barrio, eso de que hay un Dios para los justos, rectos, ricos y hermosos y otro para los oscuritos, torcidos y rebeldes. Y que él , un cura piadoso y activo no haya podido hacer nada al respecto. Porque en sus años mozo él soberbiamente pensó que por suerte iba a ser sacerdote y que iba a cambiar las cosas. Y siente rabia mucha rabia. Una ira mezclada con tristeza como una maza sobre la espalda. Y por un momento tiene ganas de revolear las biblias por la cabeza de alguien y gritar fuerte hasta que escuchen ellos, los poderosos, los que pueden cambiar las cosas. O Dios ese Dios que hace rato al que no le pide nada porque nunca le contesta. Ni contesta a nadie, ni salva a nadie.Porque es altivo, ciego y sordo Y que no se le parece.




Mónica Pedraza

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