"Vamos a tomar prestada una idea de Nietzsche y definiremos a las personas vitalistas como aquellas que aman la vida no porque están acostumbradas a vivir, sino porque están acostumbradas a amar. Estar acostumbrada a vivir significa que la vida es algo conocido, que sus presencias, sus gestos, sus sucesiones se repiten y ya no sorprenden. Amar la vida porque estamos acostumbradas a vivir es amar lo que ya hemos vivido. En cambio, amar la vida porque estamos acostumbradas a amar no nos remite a una vida repetitiva. Lo que se repite es el impulso por el cual nos unimos a las ideas, a las cosas y a las personas; no podemos vivir sin amar, sin desear, sin dejarnos llevar por el movimiento mismo de la vida. Amar la vida es aquí amar el cambio, la corriente, el movimiento perpetuo. La persona vitalista no ha domesticado la vida con sus costumbres, porque sabe que la vida es mucho más fuerte que una misma”
Entendido de esta manera, el amor no crea cítricos… sino campos de patatas."
Maite Larrauri de "El deseo según Deleuze "
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